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¿Cómo afectará la nueva encíclica ecológica al management de las instituciones?

Pocas veces en la historia contemporánea un documento eclesial ha causado tanto revuelo en las instituciones como Laudato Sii (Alabado Seas). ¿Por qué Exxon ha enviado –sin mucho éxito- una delegación de lobbistas al Vaticano cómo último manotazo de ahogado?

Es que el Papa ya no es el Papa. Hoy es el líder mundial de los hombres de buena voluntad, independientemente de su religión o raza. Y no lo digo yo, lo dice Google que no miente, pues es el personaje más googleado del mundo. Y de Facebook y Twitter. El Papa ya no es solamente el Papa.

Es que esta encíclica está poniendo en aprietos a más de un CEO o Director de Marketing de las multinacionales. Francisco, fiel a su estilo, no se tapa nada y arremete con todo. Pero esta vez no sólo con argumentos teológicos y morales, sino también con el poder de la ciencia y la objetividad de los números.

Temas como el uso de recursos naturales, agua, energía, petróleo y sus derivados, alimentos, deforestación, afectan de forma directa al 95% de los grandes anunciantes de publicidad en el mundo. Incluidas las grandes multis de consumer good products (consumo masivo), health & care, petroleras, automotrices, e incluso gobiernos.

Hay quiénes niegan el calentamiento global, con argumentos tan débiles como los que lo reivindican. Lo cierto es que el juego ha comenzado y los consumidores están esperando respuestas sustentables. Pero al mismo precio y con la misma calidad.

Esta encíclica trae una crisis. Será un desastre para las marcas que no logren entender el nuevo paradigma de la comunicación. Será un desastre para las marcas adictas al green washing. Pero una oportunidad para aquellas que sepan aprovechar todo el poder de la comunicación de las buenas causas como capital transformador de la organización y de la sociedad.

Por Juan Della Torre – CEO & Founder de La Machi. (@juan_dellatorre)

Hoy se ha tergiversado la relación entre el ser humano y la naturaleza. Se ha llevado a dos extremos opuestos y, sin duda, contradictorios.

Por un lado, se explota al medio ambiente: es destruido por el hombre con fines económicos que benefician a unos pocos, mientras millones de personas son privadas de los recursos básicos. Un modelo tan injusto como insostenible.

Y por otro, se pretende excluir toda intervención humana en el mundo natural porque el hombre es “el malo de la película”. Sería una preservación del medio ambiente sin hombres ni mujeres. Hay exaltados que plantean la extinción de la especie humana. Un modelo disparatado.

Podríamos hablar desde un punto de vista creacionista, de intervención divina, pero no vamos a hacerlo. Incluso en el caso de que el mundo y la vida hayan surgido por un misterioso azar, el hecho es que ahí están. Y el hecho es que nuestra relación con ese mundo es de comunicación, de interacción: admiramos un paisaje, nos comemos una fruta, regamos los geranios o nos bronceamos al sol.

Hablamos de comunicación y, en este caso, cualquier experto en marketing sabe que, en general, funciona mejor la del tipo emocional que la del tipo racional. Comunicar emociones o sentimientos es más eficaz.

No consideremos a Francisco de Asís como un santo y suspendamos, por un momento, toda connotación religiosa de su persona. ¿Qué nos queda? Un comunicador emocional de una genialidad insuperable.

¿A quién se le ocurre llamar “hermano” al sol, al lobo, al gorrión; y “hermana” a la rosa, a la manzana o a la propia muerte? Solo a un genio creativo, claro.

Éste es exactamente el modelo de comunicación que aplicamos a las buenas causas sustentables y ecológicas. ¿Podemos llamarlo “amor al medio ambiente”? Sin duda. Es lo que inspiró a Francisco de Asís. Y lo que inspira al Francisco actual, Papa de la Iglesia Católica.

¿Se imaginan que una marca hubiese dicho en su campaña “hermanos árboles” o “hermana agua”?

Por Paco Segarra – Consultor Creativo de La Machi. (@pakez)